Luis Angel Cofiño

 

Instalación: la primera impresión.

Vale. Acabo de instalar BeOS en la partición hda2 de mi disco duro. ¿Cual es mi primera impresión?. Pues básicamente mala.

Lo primero es conseguir una copia de BeOS. Lo mejor es bajarse la "BeOS 5PE Max Edition v2.1", disponible en BeBits. ¡Eh!, se trata de software de libre distribución, asi que no violais ninguna licencia. Nos bajamos las ISOs y quemamos un CD arrancable según las instrucciones, que son sencillísimas.

Lo segundo es crear un disco de arranque, por si las moscas. Pensamos usar LILO para arrancar, claro, pero es posible que al instalar BeOS, se cepille el MBR y LILO se escachifolle entero. No os extrañeis, que Windows lo hace, así que ¿por qué iba a ser mejor BeOS? (piensa mal y acertarás). Afortunadamente, en Debian o Gentoo (y supongo que en las demás distribuciones también) es muy fácil crear el disco de arranque. Basta con ejecutar el comando "mkboot", a secas. Véanse las man de mkboot, si hay dudas.

Ahora metemos el CD de BeOS y rebotamos.

La instalación es simple y automática. Casi ni pregunta. Eso es malo, porque "simple" es siempre enemigo de "flexible". Hombre, uno no pide que nos atiborren a preguntas sobre chips, dmas o irqs, que tampoco es eso... pero cuando un sistema operativo no pregunta NADA o casi nada, es que o instala o no instala, sin soluciones intermedias.

Y efectivamente, BeOS es así. Simple de instalar, pero inflexible. No pregunta, así que no soluciona. En mi ordenador, hubiese sido imposible meterlo, de hecho, porque aunque tenía espacio libre de sobra, solo permitía la instalación sobre una partición primaria. En mi caso, por tanto, la flexibilidad necesaria para poder hacerlo la dió Linux, no BeOS. Los incrédulos, si quieren, pueden echar un vistazo a mi odisea. Eso es flexibilidad y lo demás son chorradas.

Una vez que Linux ha solucionado la papeleta, entonces sí: BeOS se instala sin ninguna queja sobre mi hardware. Pero echo de menos una barra de progresos que muestre que la instalación va bien, porque en algún momento, sobre todo cuando se supone que está descomprimiendo los paquetes, da la impresión de que el sistema se ha quedado colgado. Pero no, sigue ahí, trabajando aunque no lo parezca.

Eso sí, la instalación, enterita, en inglés. :-(

Hay un momento en el que nos pregunta (menos mal), que si instala un gestor de arranque. Nos advierte que si planeamos usar otro, lo mejor es elegir "no". Si echais un vistazo a recomendaciones que circulan por ahí, vereis que se recomienda contestar "si" y luego crear un disquette de arranque. Yo quiero usar LILO, así que contesto "no". :-P

Al resetear, resulta que, como he contestado "no", no necesito el disquette de arranque que he creado antes. LILO está intacto, así que arranca Debian directamente. Vale, pues edito "/etc/lilo.conf" y añado las siguientes líneas al final:

	other=/dev/hda2
		label=BeOS
		table=/dev/hda

Después ejecuto lilo:

	[root@claudia etc]# /sbin/lilo
	Added Debian *
	Added BeOS

Reboto de nuevo y ya está. Ahora LILO me ofrece los dos sistemas y arrancan sin problemas.

BeOS reconoce la que era en ese momento mi placa de video (una Riva TNT2) y la tarjeta de sonido (una vieja SoundBlaster 32), pero ninguna de las tarjetas de red, con lo que estoy desconectado de Internet. Y tiene una especie de "locale" que permite configurar el sistema para varios idiomas, incluido el ruso y el griego moderno. Pero no el castellano. :-(

Bien, no le concedo ninguna importancia a la configuración de las tarjetas de red. Muchos sistemas operativos fallan al autoconfigurarse. Debian, por ejemplo, suele ser un dolor de muelas (curioso, porque Knoppix o Ubuntu lo hacen todo solos...). Y para qué hablar de Windows, que presume mucho de su "plug and plaff", pero lo cierto es que gran parte de sus famosos pantallazos azules no son otra cosa que errores de configuración. En fin, que ya lo iremos ajustando todo a medida que vamos probando el sistema.

Lo del idioma sí me ha llenado de indignación, para qué negarlo. Hombre, por Dios... ¿griego, pero no español?. Para llorar... :_(

 

Idioma

Bueno, configurar el idioma ha resultado más fácil de lo que pensaba. Afortunadamente, una pequeña búsqueda en BeBits me muestra varios paquetes relacionados con el idioma. Los paquetes LocaleTracker y SpLocale ya están instalados por defecto en mi versión de BeOS, pero hay que bajarse el paquete additional-1.3.4 que contiene las configuraciones para un montón de idiomas.

Instalar cualquiera de los dos paquetes en muy fácil: solo hay que apuntar con el ratón hacia el archivo y hacer doble click. Luego hay que arrancar la configuración de locales y elegir nuevo idioma: español. Tambien podemos arrancar la configuración del teclado y ajustarla a español, para que nos funcionen las teclas muertas.

Eso sí: nos cambiarán a castellano todos los cuadros de diálogo, pero no los menús. Eso hay que hacerlo "a mano". Se siente.

 

Acceso desde Linux

Ahora queremos acceder a la partición BeOS (en mi caso, hda2) desde Linux. ¿Se puede hacer?.

Bueno, por defecto, Debian Woody por ejemplo no permite el acceso a unidades BeOS, y me supongo que con las otras distribuciones ocurre más o menos lo mismo. Pero sí existe un driver que permite la lectura de unidades BeOS (lectura, pero no escritura).

Podeis encontrar ese driver en Sourceforge. Tendreis que compilarlo para vuestra Woody, lo que significa que necesitais instalar antes las fuentes del kernel y también las cabeceras (los paquetes kernel-source y kernel-headers, vaya). Eso significa, hablando en plata, unos 180 Mb de metralla instalados en el disco duro para poder compilar.

Porque se trata de eso: que vamos a compilar un módulo del kernel:

	[17:27:48/0][lacofi@claudia:~]$ su
	password
	[17:27:50/0][root@claudia:/home/lacofi]# cd /usr/src
	[17:28:14/0][root@claudia:/usr/src]# tar -xzvf ~/befs-modules.tar.gz
	[17:29:25/0][root@claudia:/usr/src]# cat modules/befs-modules/README | less

Y nos leemos tranquilamente las instrucciones, que son muy sencillas.

Una vez compilado el módulo, ya solo tenemos que hacer:

	[17:29:48/0][root@claudia:/usr/src]# mkdir /mnt/beos
	[17:29:51/0][root@claudia:/usr/src]# chmod a+rx /mnt/beos
	[17:30:00/0][root@claudia:/usr/src]# mount /dev/hda2 /mnt/beos -t befs -o ro

O, si lo preferimos así, también podemos meter una entrada en /etc/fstab:

	/dev/hda2 /mnt/beos befs user,noauto,noexec,nodev 0 0

Y luego:

	[17:35:41/0][root@claudia:/usr/src]# exit
	[17:35:42/0][lacofi@claudia:~]$ mount /mnt/beos

De todas formas, hoy en día todas las distribuciones Linux deberían poder soportar las particiones BeOS por defecto, porque los drivers están incluidos en los kernel de la serie 2.6. Eso sí, si tienes una distribución moderna en un hardware moderno, es muy posible que no puedas instalar BeOS por incompatibilidad de hardware. Se siente. :-P

 

Borrado: la última impresión

Con fecha 5/12/2003, doy por terminada la experiencia con BeOS y formateo la partición para aprovechar el espacio. Elimino BeOS por los mismos motivos que eliminé en su día Windows. Porque después de un tiempo más que prudencial, no había entrado en ese sistema ni una sola vez, con lo que eran 5 Gb desperdiciados.

Lo siento por BeOS, sé que tiene sus fans, pero no me ha gustado, y Windows me sirve por lo menos para comprobar el Hardware. :-P

Mi impresión final es la misma que al principio: poco flexible, sin capacidad para adaptarse, que es lo que hace brillar a Linux; ni para aceptar hardware "exótico", que es lo que hace brillar a Windows. Caramba... le cuesta aceptar incluso el hardware normal. De hecho, he sido totalmente incapaz de conseguir que BeOS levante mi conexión a Telecable, y os aseguro que mi tarjeta ethernet es normalita, normalita. Pero nada... la reconoce pero fracasa totalmente al intentar leer la configuración DHCP que le envía el servidor.

En fin, aquí termina la aventura BeOS. Al menos puedo decir que lo he probado, eso sí. ;-)